
Vivo un momento que no me resulta fácil de asimilar. He tenido (me han obligado) que renunciar a lo que más ansiaba, a lo que llevo esperando desde hace dos años... He tenido que renunciar al único sueño que de verdad tenía, a lo único que consideraba una meta, un fin, un punto al que llegar, si o si...
Y aunque no acabo de creérmelo, soy consciente de que ya no hay vuelta atrás, respecto a este tema. Y que por mucho que queramos, los sueños vienen y van, o que directamente nos los quitan...
Puede que la idea de no volver a desear nada otra vez sea la que mejor nos vaya a todos, sin deseos no hay fracasos, sin deseos no hay decepciones... Pero una se acostumbra vivir soñando, a vivir esperando, a vivir luchando por X sueño, que una vida sin metas ni fines, es una vida insubstancial.. Así que es hora de despertar y acabar de masticar la decepción y subirse al tren de: encontrar nuevos sueños, nuevas metas.